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¿Qué es el futuro? ¿Y tú me lo preguntas?

"El futuro soy yo", decía Álvaro, actor del grupo de teatro del Madrid Sur en la obra de teatro presentada en el Festival Piel con Piel. Sin embargo, la semana pasada se corrigió: "El futuro sois vosotras". Las niñas del CEIP Manuel Nuñez de Arenas, 7 años más pequeñas le miraban ojipláticas.

Por nuestra parte una Paula (la Pascual) dirigiendo el grupo del instituto y otra Paula (la Cueto) con las del cole nos colocamos frente a frente para hacernos preguntas y digerir el encuentro.

 

Cueto: ¿Qué es lo que más te sorprendió del encuentro?


Pascual: De este encuentro lo que más me sorprendió fue la determinación con la que se lo tomaron todos y todas y la importancia que le dieron de forma autónoma. Todos habían entendido que este evento trascendía el teatro, que se trataba de algo más que de mostrarse la obra. El teatro era la excusa para encontrarse, para ponerse a prueba, para responsabilizarse...y todas esas tomas de posicionamiento las vi en ellos y vi que salieron espontánea y naturalmente.


P: Ya desde el principio vimos que era muy importante que se celebrara el encuentro ¿Por qué?


C: Es fundamental que los proyectos tengan vida allá donde se desarrollan, intentando potenciar desde el teatro los vínculos que puede no se den siempre naturalmente. Para nosotras este cara a cara entre las niñas del Manuel Nuñez de Arena y el grupo del Madrid Sur supone dar un reconocimiento al trabajo que ellas han realizado, equipararlo al que han hecho otros estudiantes mayores, payos, de la institución que podría acogerlas (“mirad, les interesa y os quieren escuchar”). Esto último es importante: es nuestra labor como trabajadoras de lo social, como trabajadoras de la cultura, como acompañantes de la infancia poner todo lo que esté a nuestro alcance para que los niños y las niñas con los que nos crucemos puedan hacerse con herramientas que les permitan sortear las injusticias y desigualdades sociales que aún hoy son acuciantes. Una de esas herramientas para las niñas de Gener-Ando es sin duda el vínculo con la institución educativa. Por eso era tan importante para nosotras que se generase este encuentro, para que cuando acaben el colegio pueden dibujar una meta más allá para la que el instituto es el puente necesario.


Por otro lado también fue muy ilusionante el encuentro en clave de género. Las Rompeescenarios de pronto vieron que cambiar las cosas en los hogares, en las relaciones amorosas, en la concepción tradicional de la mujer y el hombre es algo que preocupa a otras personas. Alguna vez, al principio del proyecto, cuando aún no nos fiábamos unas de otras, me dijeron: “Claro, eso nos lo vienes a contar a nosotras porque somos gitanas, porque os creéis que a nosotras no hacen otra cosa que pegarnos y que nos gusta”. Ver que también planteamos el problema a otros y otras jóvenes, que ellos también tienen miedos y dudas, que ellas también sueñan con el amor y se preguntan cómo hacerlo es abrir un mundo de imaginación compartido que no tiene precio.


Por otro lado también vimos imprtanque que los chavales y las chavales del Madrid Sur se confrontaran con otras personas que viven y construyen en su barrio. A pesar de estar tan cerca y a pesar de que algunos alumnos del Nuñez van al Madrid Sur, a veces pareciera que sobre la vía de tren se levanta una muralla invisible que hace que haya poca mezcla entre vecinos. Además, también a nivel de género, nos parecía super interesante contrastar vidas distintas y entender que el género está atravesado por otras realidades sociales determinantes (como el origen, la tradición, la clase social, etc.).

C: ¿Cómo fue para un grupo de adolescentes hacer de anfitrionas de unas niñas de primaria que trabajan en una línea parecida?


Para ellos era una especia de paso de testigo. El hecho de que fueran más pequeñas por un lado les dio mucha seguridad a la hora de hacer la obra y, además, les ayudó a entender las palabras y las acciones que ellos mismos hacen en su pieza desde otra perspectiva. Se quedaron muy satisfechos, una satisfacción muy distinta a la del Festival en el Conde Duque e igualmente muy genuina.


P: ¿Qué miedos tenías?


C: Tenía miedo de que ellas se quisieran reafirmar demasiado en su “diferencia” si no se sentían cómodas. Tenía miedo de que se pusieran a la defensiva y se rieran de los chavales y las chavalas del Madrid Sur, a pesar de que fueran mayores. También tenía miedo de que no terminaran de entender qué tenía que ver la obra de “Trata de nosotras, trata de nosotros”, que hablaba de prostitución y trata, con “Vivir mi vida”. Pero no fue así. Me dieron una lección maravillosa. Estuvieron atentas, escuchando, preguntando y aportando.



P: En comparación con los otros momentos de Gener- ando ¿que les sucedió diferente a las rompescenarios al hacer su obra en el Madrid Sur?


C: Fue maravilloso ver cómo absorvían el clima de concentración que se generó en ese salón de actos pequeñito del Madrid Sur. Iban muy nerviosas y emocionadas, pero fue llegar y concentrarse en defender lo que habían creado durante todos estos meses. En comparación con la actuación en su colegio estaban mucho más metidas en la actuación y menos pendiente de qué dirá el público.


Por otro lado me sorprendió mucho la predisposición que tenían al preguntar y referirse a los actores y actrices del Madrid Sur: con mucho respeto y a la vez camaradería. A ese clima colaborararon también los anfitriones, por supuesto, quienes a veces no podían esconder una sonrisa con las ocurrencias que les decían, pero en general respondían y preguntaban con sinceridad. Creo que la sinceridad del encuentro fue la clave. Recuerdo cuando Ángela, hablando del instituto (“¿es muy dificil? ¿pierdes a todos tus amigos?”) sentenció: “Pues yo no pienso ir al instituto, yo me haré cursillos y otras cosas”. Nadie comentó nada al respecto, se siguió hablando de la vida allí y de las cosas que aprendías y podías hacer. Al rato, sin que ninguna confrontación se hubiese dado, alguien preguntó: “¿Quiénes de vosotras os imagináis en el Madrid Sur?” Ángela fue la primera que levantó la mano.

C: Paula, tu ahora estás sientes viviendo, trabajando en el colegio y en el instituto en un mismo territorio, en Vallecas, ¿sientes mayor profundidad en el trabajo con la comunidad? ¿En qué sentido? ¿Qué aportan encuentros como estos a la construcción del barrio desde abajo?


P: Creo que encuentros como estos crean vínculos, hilos invisibles que transforman pequeños detalles de la vida cotidiana. Para el grupo de chicas de GenerAndo, el IES Madrid Sur ya no es solo el lugar donde, quizás, quien sabe, irán a estudiar cuando sean mayores, ahora tiene ya también un recuerdo ligado a una experiencia positiva y estimulante. Ahora los chicos del Madrid Sur conocen las caras de algunas de las chicas que en el colegio Nuñez de Arenas, al otro lado de las vías del tren. Las experiencias generan una memoria ligada a los espacios, a las personas, a lo que percibimos a través de los sentidos...y creo que eso fortalece los cimientos de lo que tu llamas construcción del barrio desde abajo. No es un concepto abstracto, se trata de crear vínculos en la estructura, de conocernos, de hacer, reflexionar, hacer experiencias juntos.


Vivir en el mismo territorio en el que trabajas ayuda también a crear esos vínculos. También te ofrece la ventaja de la cercanía, los niños y niñas sienten una conexión si saben que habitas el mismo territorio que ellos, si conoces el parque, si sabes donde está el supermercado y la estación porque esas son sus referencias cuando quieren explicarte donde viven. Es una cuestión de cercanía, algo humano que se define por pequeños detalles que te ayudan a entender mejor un territorio y, por tanto, te permiten entender mejor las necesidades.

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