Las calateas son seres inquietos. No son depredadoras, si bien su relación con el entorno es siempre voraz, pues se alimentan de imágenes, canciones, miradas, historias escondidas, composiciones en calle, lienzo y piel, a veces encuentros fugaces, besos dados, libros y letras con tiento. Su miedo: el olvido. Su estrategia de supervivencia: la creación. 

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Nuestros proyectos hablan de lo real, pero con la pretensión de abrir grietas en lo que vemos, lo que oímos, lo que heredamos, para acceder a ello de otro modo. La ficción nos permite ver en el pasado tanto lo que pasó como lo que pudo haber pasado. Por eso no nos identificamos con la idea de “teatro documental” aunque trabajemos con documentos, pues nuestra relación con el archivo bebe de la “etnoficción”. Sí nos interesa, sin embargo, la revisión histórica crítica que nos permita entender de dónde venimos añadiendo la capa humana/ política al relato del pasado. ¿Qué secuelas ha dejado en nosotras? ¿Qué ejercicio de restauración puede hacer la práctica escénica? 

Consideramos el cuerpo como punto de partida de toda experiencia. Nos interesa un cuerpo poético, presente y disponible, tanto de performers como de espectadores o participantes. 

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Seguimos apostando por desarrollar estrategias de creación colectiva.

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